lunes, 27 de diciembre de 2010

O Natal do moleiro


Sentados al calor de la vieja chimenea, teñida ya de hollín no tanto por los años como por la dejadez, el abuelo estaba rodeado de todos sus nietos, como un ave que proporciona calor a sus polluelos. -Va de cuento. Y efectivamente, de cuento iba.
La noche de Navidad era triste y fría. La nieve, se amortajaba en los campos como un níveo manto de Paz, el camino no se podía ya ver bajo la gruesa capa de nieve que aumentaba con la nevada cada vez más persistente.  El viento silbaba del noroeste por entre las rendijas de la puerta del molino, en otros tiempos entrada del grano a espuertas y hoy desvencijadas por el pesar del tiempo y el olvido.
Sentado en la vieja muela, ya desdentada, donde incidía la luz de un candil, el molinero, desaseado y con la barba canosa, junto a su mujer comía la mirada cena. -Tiempos difíciles para los más pobres,  tiempos difíciles. Fijaos en aquel pobre molinero, que siquiera tenía para dar a su mujer una cena de Navidad.
Próximo al molino se escucho de repente una voz y el molinero al abrir la puerta vio un viejo mendigo todo envuelto en nieve.- Entre mi peregrino de desgracia, dijo el molinero al impávido anciano,- aquí no hay dinero, solo la suerte de haber cariño, añoranza y pan. Entre a comer y acérquese al hogar. Celebremos el nacimiento del Divino Verbo, pues la vida solamente se resume en la esclavitud impuesta por el destino. . –Que bonito es cuando el que tiene poco aun quiere compartirlo. Aprended esto niños, aprendedlo y no lo olvidéis nunca.  
Entonces el peregrino, con una voz sonora, se llevo las manos al pecho y con humilde solemnidad  pronunció: Bendito sea a toda hora este molino, por que ha sido elegido por Dios.        
Cada uno extrajo su conclusión de la moraleja de este cuento de Navidad...

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