martes, 24 de agosto de 2010

En secreto

Dos, dos o cuatro. Según como se miren. Negras, de madera sin lacar, talladas, brillantes de barniz. Sois mis amigas. Yo os siento como tal, me acompañais en los momentos felices, repicando de alegria, y en los momentos tristes sobre la tabla de mi escritorio, quietas, atadas, emparejadas no decis nada. ¿Como es posible que seais capaces de decir tanto en los momentos de algazara popular y sin embargo parezcais tan poca cosa en manos inexpertas?
Pues alli estaban, impávidas, sobre el escritorio soportando las miradas que él les dedicaba.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho. Ocho agujeritos atravesando ese tubo hueco. La embocadura delataba el trato recibido, acaso malo, por parte de sus dueños. ¡Que injusta es la vida!
Habeis sido creados, al igual que muchos otros, para el disfrute de las personas. No sois mas que eso, objetos que en ocasiones cobran vida exclusivamente en nuestras manos expertas. Eso dicen y eso debemos creer. Sin embargo puedo asegurar que no. Vosotros sois como los juguetes que adoptan vida propia cuando el niño sale de la habitación. Me gusta pensar que cuando salgo, en la soledad del oscuro cuarto, os aliáis en sonoras sinfonías, en algarabias infinitas que duran hasta el preciso momento en el que la llave roza la puerta. Habeis sido odiados, ocultados, prohibidos. ¿Por que?¿Que insensible corazon puede querer haceros daño?.
Es una pena no poder compartir esto con la humanidad. Aun hay personas que no están preparadas para entenderlo, siquiera creo que muestren el menor interés en querer apreciarlo, pero Ella es la que lo rige todo, y se hará notar. Ya se hace latente en todo nuestro organismo,- Escucha tu corazón.
¡Es música!, todo es música y la música lo es todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario