miércoles, 25 de agosto de 2010

Mi Capricho

Paula, retomo la labor de no dejarte sola. No me interesa ya la mujer, estamos en el estadio del espíritu, o al menos eso me dijo mamá. Quiero cantarte algo, un viaje, ¿te parece Paula?, no puedes contestarme, pero seguro que estás de acuerdo.
¿Te acuerdas del Capricho? Nunca lo habia visto tan extraño, aunque ahora no tengo la certeza de haberlo visto de ninguna otra manera, ni siquiera puedo asegurar haberlo visto antes. El imponente caserón tenia un fondo más espectacular si cabe, un botecito blanco y verde surcaba las aguas del Atlántico. Al adentrarme en la ciudad y llegar al puerto fui testigo de la orgia de calafates, almadraberos, bacaladeras y jitanas del romaro que se arremolonaban entorno a los marinos recien llegados de las Américas. Algunos traian tatuajes en sus bronceados brazos, otros loros sobre sus hombros y los mas caudalosos, un nego o una corte, que servirian de ayudas de cámara en sus residencias indianas. En mi paseo, me dejé llevar por las callejuelas encaladas y ennegrecidas por el salitre y una lejana melodia me trajo de nuevo junto a ti, junto a esta cama. Paula tu espíritu permanecerá siempre entre nosotros.

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